Why did you choose Montessori education for your children?
If you are like most parents, you wanted something different for them than you had –happier, more exciting school experiences? Most likely, you perceived that Montessori would support your own family values. Whatever your initial reasons, I suspect that after discovering Montessori and learning more about it, you realized it offered something much larger and grander than you ever suspected at the beginning.
Parenting is such transformational experience for most of us. Did your world-view shift significantly when you became a parent? Mine did. Many of us try to be “differently behaving” than our own parents in order to break harmful family patterns. We do not want to repeat them with our children. While we do not lack in honest desires to do the very best we can, we often fall short in those areas where we have blind spots or a lack of information. Often, in times of stress, we say and do the very things we promised ourselves we would never say and do. Why does this happen?
A very wise person once said “None of us see the world as it is, but as we are… our experience –induced perceptions greatly influence our feelings, beliefs, and behavior.” This is particularly true when it comes to our children. Our parenting – lenses are clouded by our experience-induced perceptions which greatly influence how we see our children and how we behave toward them.
As we discover more about Montessori, we intuitively know that it holds some “grains of truth” to help us with the challenges of parenting. Montessori catches hold of us and pulls chords deep inside that stretch us beyond our ordinary reference points. As we observe our children in their Montessori classrooms and attend parent meetings at their schools, our awareness continues to deepen. The process of becoming more conscious parents accelerates when we realize how important our home environments are to the development of our children and their progress at school.
So our tasks are to study and understand to see ever more clearly what we must change within ourselves, what we must change in our values, what we must change in our practices. As we start a process of gradual change, our perceptions about our children change. We begin to re-prioritize our time and reorient ourselves to the realities of their growth.
When we realize that our children are agents of change, we begin to learn a lot about ourselves from them. New qualities emerge as we deepen our relationships with them. We grow and the children grow –each in our own unique ways. We still get stuck in different places for different reasons, depending on who we are. We do not all grow at the same rate, nor do we all grow evenly as parents. Old belief systems and habits that find us overstating or over generalizing about the children, help us to stay stuck in ineffective parenting techniques. When this happens, it is our responsibility to seek help to change what is not working.
In The Secret of Childhood, Dr. Maria Montessori writes about the unconscious errors of parents:
“We are all pained by conscious error but attracted and fascinated by unknown error, for it is this type of error that holds the secret to progress beyond a known and desired goal and which can, as a consequence, raise us to a higher level. All spiritual development is a conquest of consciousness which assumes to itself something that was formerly outside. It is by going along this road of discovery that civilization advances. Adults must find a different point of departure and find within themselves, the still unknown error that prevents them from seeing children as they are”.
Dr. Montessori urges us to see the children as they really are. When we fail to do this, she warns, we unconsciously suppress the full development of their personalities. For the sake of our children, let us keep our fascination for unknown error. It holds the secret to our progress and the progress of civilization.
Cómo enseñarle a tu hijo a tomar control de su ira
A lo largo de estos años de convivencia con niños de diferente personalidades y temperamentos, he podido observar la evolución y desarrollo de sus evoluciones y la transformación de modelos negativos de comportamiento a conductas que les ayudan a tener una convivencia más cordial con sus compañeros. Todo como parte del proceso natural del desarrollo humano. Uno de los principales factores que desencadena conflictos es la frustración que se convierte en enojo.
Pensaba en eso mientras me dirigía a recoger a mi querido adolescente a la secundaria y lo primero que me dijo al entrar en el auto fue: “Mamá, tengo una gran vida”. Eso me hizo reflexionar aún más sobre las suituaciones que me tocan vivir con los más pequeños y me hizo recordar sus momentos de ira y frustración y la manera en la que la manifestación de sus sentimientos ha ido cambiando. No es que no tenga momentos de enojo ¡es un adolescente! Pero su percepción ante las situaciones de conflicto es cada vez más inteligente: está madurando.
Todos vivimos el reto de combatir nuestro enojo todos los días, en todo momento, desde que despertamos hasta que nos dormimos. El ser humano debe estar consciente de sus actos precisamente porque tiene que luchar contra el enojo, aceptar situaciones que no le gustan y tratar de adaptarse a las circunstancias y encontrar soluciones que le lleve a un punto “estable”.
Sí, admitámoslo, así es: las situaciones de enojo e ira son comunes y completamente normales y naturales en los seres humanos, y por supuesto entre los niños. Ellos están aprendiendo a manejar sus sentimientos, a controlar sus emociones, a conocer sus instintos y poco a poco tomar consciencia de sus actos. Es lo que María Montessori llama “normalización”. El niño, en la construcción del Hombre está siendo en su hacer, está construyendo su personalidad.
Es por eso que nosotros, como adultos guardianes, guías de su desarrollo, debemos estar muy pendientes de las manifestaciones que tienen los pequeños para poder preparar situaciones que les ayuden a encontrar respuestas positivas, a confrontarse y encontrarse, pues es precisamente lo que están tratando de hacer: entenderse a sí mismos para poder manifestarse.
¿Qué es el enojo? Pues tan simple como complejo: una emoción que con frecuencia se hace presente en nuestro diario vivir. Es una emoción básica que sentimos todos. Es normal y suele ser saludable. Sin embargo, cuando se pierde el control, el enojo se torna destructivo. A los niños puede traerles problemas con su familia, sus compañeros y su rendimiento escolar; pero sobre todo, genera un sentimiento de culpa y falta de aceptación y amor hacia él mismo. Un niño que no sabe cómo manejar sus momentos de ira se convierte en un niño triste, un niño de conducta negativa y será, con el tiempo, un adulto con profundos problemas sociales y conflictos internos. Al igual que sucede con otras emociones, el enojo suele ocasionar alteraciones fisiológicas. Basta poner la mano en la muñeca de un niño enojado para notar que su frecuencia cardíaca y la presión arterial han aumentado. Su cara se enrojece y sus ojos se abren por un instinto de alerta.
El enojo puede deberse tanto a hechos internos como externos. Si un trabajo le ha salido mal, es un impulso interno, se siente enojado consigo mismo. Si se siente agredido por algún compañero, entonces el enojo proviene de un hecho externo. Por instinto, el enojo se manifiesta y expresa a través de la agresión. Es en este punto en el que se debe trabajar para transformar el instinto en reflexión.
La reflexión es simple: la violencia acarrea problemas sociales, dificultades con la familia, intolerancia de los compañeros, problemas con la justicia y un daño físico y emocional. Pero eso no lo entienden los niños, entonces, ahí estamos los adultos responsables para ayudarles a conocer cómo controlar su ira de manera saludable.
El enojo se manifiesta de diferentes formas según las edades. En la primera infancia, los niños comienzan a adquirir la capacidad de reprimir los impulsos de agresión física. Es muy común ver que los infantes empujan golpean, pellizcan, y hasta muerden a sus compañeros. También es muy frecuente que se griten unos a otros cuando se enfadan, como si fueran animalitos.
Conforme van creciendo, las manifestaciones van cambiando. Los niños en edad preescolar son capaces de identificar los estados emocionales básicos a través del uso del lenguaje: estoy enojado, estoy feliz, estoy triste. Sin embargo, recurren a conductas violentas pues están aprendiendo a manejar el lenguaje y a usarlo en lugar de la violencia física: arrojar un juguete, jalar a un compañero o incluso golpear a sus padres.
Hablar con los niños les da la posibilidad de entender situaciones y comprender la relación de éstas con los sentimientos que se generan en su interior. El diálogo y la reflexión les dan habilidades lingüísticas que desarrollan la empatía.
Promover el diálogo es, por lo tanto, la herramienta más importante que debemos dar a los niños para solucionar sus problemas. Eso será de gran ayuda para la construcción de una personalidad afianzada en la inteligencia emocional que les empodera para modular y moderar sus emociones y sentimientos. Pensemos que en la adolescencia los niños enfrentarán situaciones en las que los cambios hormonales jugarán un papel muy importante y los agentes agresores externos serán mucho mayores; las exigencias sociales causarán presiones que les llevarán a niveles de enojo e ira mucho más difíciles de controlar y, contrario a lo que sucede con los niños, las oportunidades de apertura al diálogo con el adulto serán cada vez menores, por no decir nulas.
Lo que se sembró en la personalidad del niño durante los primeros años de vida, dará fruto en esos años en los que no estará dispuesto a recibir la ayuda de los adultos. Serán esas herramientas que recibió de niño las que le ayudarán a desarrollar y hacer uso de la inteligencia emocional.
Pero, admitámoslo. No todos los niños son iguales. Definitivamente, existen seres humanos con una actividad emocional mucho más compleja. Si a eso le agregamos las circunstancias de vida en que se desarrollan esas criaturas (estrés y mal caracter por parte de los padres, conflictos familiares, exposición a películas, programas relevisivos y videojuegos violentos, largos períodos de soledad en casa, etc.) Es entonces que necesitamos la ayuda de un profesional.
Si bien es cierto que la mayoría de los niños aprenden a controlar su enojo y adquieren habilidades afectivas para manejar la ira, algunos pequeños tienen dificultades para aprender a calmarse cuando su molestia se va transformando en disgusto hasta llegar a la furia. Es entonces que un profesional en salud mental-emocional debe intervenir para evitar que el pequeño pueda lastimarse o lastimar a otros física y emocionalmente. Sólo un profesional puede evaluar las causas y los factores subyacentes que activan enojo y frustración, cuando van más allá de lo que se puede ver.
Debemos dar un ejemplo del manejo consciente y reflexivo del enojo. Somos nosotros, con nuestras conductas, quienes mostramos, movimiento tras movimiento, la forma en la que el niño se debería comportar en las diferentes circunstancias que se presentan a diario. Somos nosotros quienes damos el ejemplo de “autoregulación” de las emociones. Nuestro rostro dice mucho más que nuestras palabras. Sonreír y manifestar alegría pero también reconocer nuestras tristezas y aceptar nuestros momentos de molestia, manifestando nuestra necesidad de privacidad, soledad y silencio.
- En el momento de tensión… Siete puntos a observar:
I.Respira profundamente e invita al niño a seguir tu rimo. Pausado, controlado, sintiendo la libertad de aire que entra y sale del cuerpo. Entra tranquilidad, sale la ira. Puedes ponerle colores al viento: “Respiramos aire azul, tranquilo como el cielo de la mañana. Ahora dejamos salir el aire gris como el de las nubes de tormenta.” - Infórmate de lo sucedido. Estar tan molesto por el hecho de enfrentar un problema que no conoces no te ayudará a encontrar la solución. Si el niño siente impotencia ante el aislamiento psicológico que le causa enfrentar al adulto, su ira aumentará en lugar de disminuir. Pregúntale qué pasó luego de tranquilizarlo (no mientras está en el climax de su enojo) y qué fue aquello que lo hizo estar molesto. Ayúdalo a identificar y etiquetar las emociones que siente y las que sienten quienes hayan estado involucrados en el problema. Mantener un diálogo constante, amistoso y cotidiano te ayudará a conocer el entorno en el que se desenvuelve tu hijo, visto desde sus propios ojos.
- Ayúdalo a canalizar la energía que genera la ira. Correr, darse un momento de soledad, aislarse para poder gritar, son formas de transformar la ira en acción y después el cansancio en reflexión. Se vale llorar. Las lágrimas limpian el corazón. Proporciónale espacios y tiempos adecuados para realizar deportes y actividades físicas que muevan toda la energía que tiene.
- Utilizar las palabras para manifestar el enojo lo libera. En lugar de golpear al compañero, enséñalo a confrontarlo por medio del diálogo para defender sus derechos sin agredir.
- No existe la perfección. En este mundo nadie es perfecto, todos estamos aquí para buscar ser mejores personas, por eso aceptamos nuestros errores y trabajamos todo el tiempo para no volver a cometerlos. Si nos equivocamos, aceptamos y corregimos, sin avergonzarnos, pues todos estamos en este mundo para aprender.
- Reglas son reglas. Los límites no se rompen. Si eres consistente y persistente, tu hijo se verá favorecido pues todo será predecible, sabrá cómo actuar ante situaciones que ya se han presentado y podrá prever las consecuencias. Las cosas no son como él desea que sean, las cosas son como deben ser.
- Empatía. Sí. Gran palabra. Muéstrale que también tú has tenido momentos de ira. Hazle sentir que sabes lo que está pasando por su mente y su corazón. Platica con él sobre la forma en la que has logrado salir de esos problemas. Abre tu corazón para que aprenda del ejemplo de amor que puedes ofrecerle.
Ámate y obsérvate constantemente. Eres el ejemplo viviente para la creatura que crece a tu lado. Todos los días nos enfrentamos ante situaciones de conflicto. Seamos ejemplos vivientes de inteligencia emocional.
Paz, ¿un estilo de vida pasado de moda?
La sociedad moderna se caracteriza por sus grandes avances tecnológicos, por la globalización del comercio, por la rapidez de las comunicaciones, pero sobre todo por la apertura y aceptación de los cambios de pensamiento que se alejan de aquello que era considerado tabú, moralidad y buenos modales.
Vivimos en una época en la que, si no se habla con palabras antisonantes, se está fuera de la onda, si no se usa la ropa que resalta el cuerpo construido en gimnasios y clínicas estéticas no se está a la moda, si no se poseen los objetos marcados con las firmas más caras, no se tiene un lugar respetable en la sociedad. Todo esto genera envidia, codicia, rencor, exalta el egoísmo y promueve la lucha de poderes. Soy más que tú porque tengo más que tú; soy mejor que tú porque luzco mejor que tú. Y lo aceptamos y entramos en el círculo. Todos. Sin darnos cuenta, todos los días le damos fuerza a este movimiento que nos aleja cada vez más de la esencia de la Paz.
En nuestro vocabulario cotidiano no utilizamos las palabras “concordia”, “camaradería”, “avenencia”, “aquiescencia”, “placidez”, “moderación”, “sosiego”… tantas otras.
Recuerdo que mi abuela me decía “Ven, estate sosiega”, y nos quedábamos en silencio. Y me sentía muy feliz.
La moda, a lo que la sociedad moderna nos convoca todos los días, es completamente opuesta a lo que es “estar en paz”. Los juegos, las películas, los libros, las noticias, las pláticas, las imágenes que se nos presentan, así, sin buscarlas siquiera, nos llevan a un estado de constante estrés, de desasosiego, de debilidad espiritual. Debemos ser concientes de esto y regresar a los orígenes, a las raíces que nos dan fortaleza, que sacan lo mejor de cada uno de nosotros. Tomemos la decisión y actuemos para alcanzar la paz.
Es fácil: Decir la verdad, compartir nuestro tiempo, dedicar espacio para escuchar a nuestros hijos, tomarnos un momento para hablar con los amigos, saludar al vecino, sonreir al desconocido que se cruza en nuestro camino, dar el paso al auto que necesita girar delante de nosotros, frenar para que cruce el peatón que espera en la avenida, pedir por favor los servicios y agradecer a quien nos los ofrece. No es difícil. Tomemos la decisión y actuemos para alcanzar la paz generando paz. Todos los días, en todo momento.
Y bueno, para cerrar con un párrafo de nuestra amada María Montessori, que buscó siempre la forma de inculcar, de mostrar y demostrar a los niños el amor por la paz a través del trabajo diario en una sociedad de concordia y camaradería, leamos este fragmento de “Educación y Paz” que dice:
“A los seres humanos se les educa inculcándoles que son individuos aislados y que deben satisfacer sus necesidades inmediatas compitiendo con otros individuos. Se requeriría una poderosa campaña de organización para que el hombre entienda y estructure los fenómenos sociales para que proponga y persiga fines colectivos, y así generar un progreso social ordenado”.
Seamos una comunidad “pasada de moda”, aprendamos a vivir los valores que nos llevan a estar sosiegos, a vivir con moderación y sonreir a nuestros semejantes. Construyamos una comunidad de paz. Dejémonos guiar por la cordura y buen sentido naturales de nuestros hijos.
De un granito de arena a una montaña
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Responsibilities that release
“The little child is the creator of the adult mind. This creation should be studied in the sequence of its phenomena. We must know child psychology if we help life. We must study its deep and mysterious psychology, observe the line of development and find what assistance we give at the right time.
Now we know that we must use these hidden energies and to do that we must first know them. We must make a development plan to guide the child gives us through the powers he is revealed to us as we observe it. We must proceed with our own ideas or our prejudices, not by preconceived method, but observing the child. The personality of the child is half haughtily to the great problem of education. He is the only existing master plan. This child presented to us with his wonderful occult powers, is who should direct our efforts. When we say that the child is our master we mean that his revelations are what we consider as our guide. If you do not understand this, does not make sense. Our starting point must be the revelation of these features of the human individual. I say we should take the child as our teacher. You probably will object saying we should educate the child, we should give this or that information, he must learn this and that. But I tell you do not have these biases, because when your energies are released, the child is capable of learning than before. So, I say that this is the Method of the Child, not the Montessori Method. ”
Reading these words of Maria Montessori taken from one of her lectures delivered in 1946, can make you feel a great release, while a large responsability.
The responsability we have as adults is based primarily on preparing an environment that is conducive to the child in order to develop every skill. Education based on freedom of choice that the child exercises by doing what is asked by his inner needs, necessarily requires us to show him a world where he will be able to find the answer of every question generated through the simple experiences of everyday life.
Preparing a positive environment definitely liberates us, because the child will learn to be responsible of his actions and will be able to accept the consequences of the mistakes, as wonderful learning opportunities.
Conversely, in an environment that does not full fill the needs of the child, we adults are creating tyrants who keep us painfully enslaved to their whims.
Responsabilidades que liberan
“El niño pequeño es el creador de la mente del adulto. Esta creación deberá ser estudiada en la secuencia de sus fenómenos. Debemos saber la psicología del niño pequeño si queremos ayudar a la vida. Debemos estudiar su profunda y misteriosa sicología, observar la línea de su desarrollo y encontrar qué ayuda debemos dar en el momento preciso.
Ahora sabemos que debemos utilizar estas energías ocultas y para hacer eso debemos primero conocerlas. Debemos hacer un plan de desarrollo con la guía que el niño nos da a través de los poderes que él nos va revelando mientras lo observamos. No debemos proceder con nuestras propias ideas o con nuestros prejuicios, no mediante un método preconcebido, sino observando al niño. La personalidad del niño se encuentra con altivez a la mitad del gran problema de la educación. Él es el único maestro existente en este plan. Este niño que se nos presenta con sus maravillosas energías ocultas, es quien deberá dirigir nuestros esfuerzos. Cuando decimos que el niño es nuestro maestro nos referimos a que sus revelaciones son las que debemos tomar en cuenta como nuestra guía. Si usted no entiende esto, no tiene sentido. Nuestro punto de inicio deberá ser la revelación de estas características del individuo humano. Yo digo que debemos tomar al niño como nuestro maestro. Probablemente ustedes objetarán diciendo que debemos educar al niño, que debemos darle esta o aquella información, que él deberá aprender esto y aquello. Pero, yo les digo que no tengan estos prejuicios, porque cuando sus energías son liberadas, el niño es más capaz de aprender que antes. Entonces, yo digo que este es el Método del Niño, no el Método Montessori.”
Leer estas palabras de María Montessori tomadas de una de sus conferencias dictadas en 1946, pueden hacer sentir una gran liberación, al mismo tiempo que una gran responsabiidad.
La responsabiidad que tenemos como adultos está basada principalmente en preparar un ambiente que le sea propicio al niño para poder desarrollarse íntegramente. La educación basada en la libertad de elección que el niño ejerce al hacer lo que sus necesidades interiores le piden, nos obliga forzosamente a mostrarle un mundo que satisfaga y responda a todas las preguntas que se generan a través de las simples vivencias de lo cotidiano.
Preparar un ambiente positivo nos libera, definitivamente, nos libera, pues el niño aprenderá a ser responsable de sus actos y aceptará las consecuencias de sus errores que serán maravillosas oportunidades de aprendizaje.
Por el contrario, un ambiente que no satisfaga las necesidades del niño, ayudará a construir adultos tiranos que nos mantendrán dolorosamente esclavizados a sus caprichos.
First day at school
The first day is always wonderful, it has a mixture of excitement, of anticipation, of a great desire to know so many things. Children always have the desire to know, but the first day, they arrive with their eyes brighter, more open, a more honest smile and the excitement of the reunion … or fear of the meeting, to discover what it is, with whom, how, where. What a thrill!
Children gradually begin to rediscover their materials, to work with them and suddenly, everything becomes harmony, new children feel invited to do the same, the Guides begin their work of observation and work according to the needs of each one of the small people that share the day. Life in a Montessori environment is full of meaningful movement, all with a specific purpose.
Given this freedom of movement, comes to mind a passage from Raniero Regni:
“Humanity will continue to be comprised of many people who speak of freedom but few free men. If the purpose of education is liberation and reconstruction, the medium can not be different from the result. Liberty is not the true purpose of the education, but the creation of children who are less unhappy adults capable of changing the world.’s cosmic purpose, freedom is the means to achieve that result. ”
Thanks to parents who entrust us with the most precious to them: their children.
Primer día de clases
El primer día es siempre maravilloso, tiene una mezcla de emoción, de expectativa, de grandes deseos de saber tantas cosas. Los niños siempre tienen deseos de saber, pero el primer día, llegan con los ojos más brillantes, más abiertos, con la sonrisa más franca y la emoción del reencuentro… o el miedo del encuentro, de descubrir qué es, con quiénes, cómo, dónde. ¡Qué emoción!
Los niños comienzan poco a poco a reencontrar sus materiales, a trabajar con ellos y, de repente, todo se vuelve armonía, los niños nuevos se sienten invitados a hacer lo mismo, las guías comienzan su labor de observación y trabajo según las necesidades de cada uno de los pequeños. La vida en un ambiente Montessori está llena de movimiento con sentido, todo con un propósito específico.
Ante tal libertad de movimiento, me viene a la mente un párrafo de Raniero Regni:
“La humanidad continuará a estar constituida por mucha gente que habla de libertad pero por pocos hombres libres. Si el fin de la educación es la liberación como reconstrucción, el medio no puede ser diferente del resultado. La libertad no es la verdadera finalidad de la educación, sino la creación de niños que serán adultos menos infelices capaces de cambiar el mundo. La finalidad es cósmica, la libertad es el medio para llegar a obtener ese resultado.”
Gracias a los padres de familia que nos confían lo más valioso para ellos: sus hijos.
Un nuevo ciclo escolar. ¡Bienvenidos!
María Montessori decía que no podemos saber las consecuencias de la supresión de la espontaneidad de un niño cuando está empezando a estar activo. Podemos incluso asfixiar la vida misma. Que la humanidad que se revela en todo su esplendor intelectual en la era dulce y tierna de la infancia debe ser respetada con una especie de veneración religiosa. Es como el sol que aparece al amanecer o una flor apenas comienza a florecer. La educación no puede ser eficaz si no ayuda a un niño a abrirse a sí mismo a la vida.
Un ciclo escolar más en Otoch Paal con nuestros corazones listos para dar un ambiente preparado a nuestros niños.
¡Bienvenidos a la aventura de aprender en este ciclo 2013-2014!
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