Primer día de clases
El primer día es siempre maravilloso, tiene una mezcla de emoción, de expectativa, de grandes deseos de saber tantas cosas. Los niños siempre tienen deseos de saber, pero el primer día, llegan con los ojos más brillantes, más abiertos, con la sonrisa más franca y la emoción del reencuentro… o el miedo del encuentro, de descubrir qué es, con quiénes, cómo, dónde. ¡Qué emoción!
Los niños comienzan poco a poco a reencontrar sus materiales, a trabajar con ellos y, de repente, todo se vuelve armonía, los niños nuevos se sienten invitados a hacer lo mismo, las guías comienzan su labor de observación y trabajo según las necesidades de cada uno de los pequeños. La vida en un ambiente Montessori está llena de movimiento con sentido, todo con un propósito específico.
Ante tal libertad de movimiento, me viene a la mente un párrafo de Raniero Regni:
“La humanidad continuará a estar constituida por mucha gente que habla de libertad pero por pocos hombres libres. Si el fin de la educación es la liberación como reconstrucción, el medio no puede ser diferente del resultado. La libertad no es la verdadera finalidad de la educación, sino la creación de niños que serán adultos menos infelices capaces de cambiar el mundo. La finalidad es cósmica, la libertad es el medio para llegar a obtener ese resultado.”
Gracias a los padres de familia que nos confían lo más valioso para ellos: sus hijos.
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