El mejor regalo para un niño: Tiempo
“La prisa es negativa, no explicar las cosas con calma puede dar lugar a equívocos.
Hay que crear el clima para que los niños hagan preguntas
y dar tiempo para que todo quede redondeado y que no dejar hebras sueltas.
Cualquier tema contado con calma y con entusiasmo
capta el interés de los niños.
Pero para eso hay que vivirlo, creértelo.
Todo se queda dentro si no tienes tiempo para sacarlo”
-Ana Etchenique-
La crianza que respeta los tiempos, los afectos y los sueños del niño
Frente a la aceleración de aprendizajes y competencias se hallan esos otros enfoques que al día de hoy, empiezan a abrirse paso con bastante fuerza, como son, por ejemplo, “la crianza respetuosa”, o el “Slow parenting”. Cabe decir, eso sí, que antes de optar por la aceleración, siempre sería más adecuado facilitar primeras aproximaciones. Unas aproximaciones relacionadas, por ejemplo, con acercar los libros a los niños de 3 o 5 años sin obligarles a leer o a iniciar el aprendizaje.
La curiosidad es la mayor motivación de un cerebro infantil, por ello, es adecuado que tanto padres, madres y educadores se alcen como facilitadores del aprendizaje y no como agentes de presión. Veamos ahora con detalle esos interesantes enfoques de crianza que son respetuosos con los ciclos naturales del niño y con sus necesidades.
Slow parenting
El “Slow Parenting” o la crianza a fuego lento es el fiel reflejo de esa corriente social y filosófica que nos invita a ir más despacio, a ser más conscientes de lo que nos envuelve. Por ello, en lo que se refiera a la crianza, se promueve un modelo más simplificado y paciente, que respete los ritmos del niño en cada etapa evolutiva.
Los ejes básicos que definen el slow parenting serían los siguientes:
La necesidad básica de un niño es jugar y descubrir el mundo.
No somos los “amigos” de nuestros hijos, somos sus madres y sus padres.
Nuestro deber es amarlos, guiarlos, ser su ejemplo y facilitar su madurez sin presiones.
Recuerda siempre que “menos es más”. Que la creatividad es el arma de los niños, que un lápiz, un papel y un campo tienen más poder que una máquina.
Comparte tiempo con tus hijos en espacios tranquilos.
La crianza respetuosa
Estamos seguros de que ya has oído hablar de la crianza respetuosa. A pesar de que lo más conocido de este enfoque sea el uso del refuerzo positivo por encima de la sanción o los clásicos regaños, este estilo educativo encierra otras dimensiones que merece la pena tener en cuenta.
Hay que educar sin gritar.
El uso de las recompensas no siempre es adecuado: corremos el riesgo de que nuestros hijos se acostumbren a esperar siempre gratificaciones sin comprender el beneficio intrínseco del esfuerzo, del logro personal.
Decir que “no” y ponerles límites no les va a generar ningún trauma, es necesario.
La crianza respetuosa hace uso intenso de la comunicación, de la escucha y la paciencia. Un niño que se siente atendido y valorado es alguien que se siente libre para conservar esos sueños de infancia y darles forma en la madurez.
Respetemos su infancia, respetemos esa etapa que ofrece raíces a sus esperanzas y alas a sus expectativas.
El mejor regalo para los niños es tiempo
Tiempo, ese es el nombre del mejor regalo para los niños. No lo venden en jugueterías ni tampoco por internet. Solo se encuentra en nosotros, en nuestra disposición y en ser conscientes de que un cuento no debe leerse en 2 minutos.
Dedicarles tiempo a los niños no significa dejarles el celular, darles una tableta o dejarles ver la televisión en su canal favorito. Tampoco eso es educación, ni cariño, ni afecto.
La infancia es una de las etapas más importantes de la vida en la que se entreteje la tela de nuestra evolución. Así, los niños están inmersos en miles de cambios que a veces los adultos ni siquiera percibimos y que, por lo tanto, nos perdemos si no estamos atentos.
Que las prisas no te roben la magia de la infancia
Las prisas son nuestras peores consejeras. Ellas se encargan de robarnos los momentos más preciados y los detalles más maravillosos de la magia de la infancia.
Ahora bien, si nos paramos a pensar, quizás podemos ponerle remedio a esto.
Las tareas escolares, ordenar la casa, bañarse, llegar al fútbol a las seis, asistir al cumpleaños del amiguito a las ocho, cenar a las diez… Todo el día hay prisas. ¿Qué queremos conseguir con eso? ¿Están disfrutando nuestros niños? ¿Estamos siendo conscientes de lo que nos estamos perdiendo y de lo que les estamos haciendo perder? Probablemente no. Debemos hacer el ejercicio de reflexionar: si ofrecemos TIEMPO a nuestros niños, si jugamos con ellos lo suficiente y si organizamos su día a día reservando momentos en los que nos dediquemos en exclusiva a ellos y a nosotros en conjunción.
Así, es importante que:
Dejemos a un lado las prisas desde primera hora del día, despertemos a nuestros niños con cariño y ofrezcamos un desayuno de amor con tranquilidad.
Saboreemos cada comida con ellos sin distracciones como la televisión o las revistas. Podemos jugar al veo-veo, podemos hablar sobre las cosas cotidianas y profundizar en la expresión de los sentimientos y emociones.
Es bueno preservar “momentos de secretos” en los que solo vayamos a hablar sobre nuestras cosas con total sinceridad.
Podemos hacer excursiones a lugares tranquilos, a paisajes naturales y a entornos que nos inviten a explorar y a experimentar juntos.
Es esencial dejarles elegir, pues a veces marcamos en exceso su día a día y boicoteamos sus anhelos, expectativas y decisiones.
Apagar los celulares y todos aquellos aparatos electrónicos que, como sabemos, absorben nuestra atención.
De vez en cuando podemos recostarnos en cualquier lugar de la casa y no hacer absolutamente nada.
Buscar juegos que potencien su creatividad, sus inteligencias y su capacidad de sentir.
No dejemos que la crianza de nuestros niños la marquen las prisas o las malas costumbres que existen en la actualidad. El mejor regalo no es el centro de mando de los dibujos animados de moda o los últimos muñecos de Disney. El mejor regalo es compartir con ellos el bien más preciado que existe en la vida y que nunca vuelve: el tiempo.
Nuestra obligación más importante con los niños
es darles un “rayo de luz”
para después, seguir nuestro camino.
María Montessori
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