Corrientes didácticas. ¿En cuál se sitúa Montessori?
“El maestro tiene el papel de moderador, de guía. El profesor debe ser eminentemente un profesional reflexivo y auto-crítico, por lo tanto, en su formación debe considerarse el análisis, la reflexión, la actividad científica y el espíritu crítico. El alumno tiene un papel sumamente activo, él es el primer responsable de su aprendizaje.” Pérez y Morano
Al haber elegido un Colegio Montessori AMI para que tus hijos se desarrollen, seguramente influyeron diferentes ideas –probadas, conocidas, intuidas o escuchadas de terceros, que motivaron la elección de esta filosofía educativa. Dentro de las diferentes corrientes didácticas, Montessori destaca por la forma en la que permite que el niño tome decisiones libremente, partiendo del principio de responsabilidad consciente.
En el libro Fundamentación en Didáctica, de Pérez y Morano se explican las diferentes corrientes didácticas y la forma en la que maestros y alumnos interactúan en la diaria convivencia escolar.
La forma en que se conceptualiza el proceso enseñanza-aprendizaje influye directamente en la práctica Esta es una de las razones por las que es importante que se conozcan las diferentes posturas didácticas.
Te invitamos a conocerlas:
Didáctica tradicional
La enseñanza se concibe como transmisión y el aprendizaje como recepción de información. Los objetivos no tienen mayor importancia y, si se plantean, se dirigen hacia metas de la institución o del profesor. Los contenidos se presentan como un listado de temas. Se favorece el enciclopedismo. La actividad de aprendizaje más utilizada es la exposición, la voz del maestro es el principal recurso didáctico. La frase característica es “el maestro explicará”. La evaluación del aprendizaje se concibe como una actividad final de la enseñanza. Es una actividad mecánica que básicamente se reduce a la aplicación de exámenes. Se considera una actividad auxiliar en la administración educativa. El maestro es un personaje estático que se dedica a transmitir información. El alumno es un personaje estático, todavía más que el profesor. El alumno recibe y memoriza información.
Tecnología educativa
La enseñanza implica el control de la situación en la que ocurre el aprendizaje, y éste se concibe como el conjunto de cambios y/o modificaciones en la conducta que se operan en el sujeto como resultado de acciones determinadas. Los objetivos son una descripción clara, precisa y unívoca de las conductas
que se espera que el estudiante logre y manifieste después de completar un ciclo de aprendizaje. La sistematización de la enseñanza gira alrededor los objetivos. Los contenidos los determinan los expertos o la institución y no se admiten críticas de parte de los profesores o alumnos. Los contenidos son los mismos para todos los “horizontes educativos” y se espera que sean válidos para todos ellos. El profesor planea minuciosamente las actividades para conseguir los objetivos, es decir, para lograr la conducta deseada. El maestro controla el ambiente y los estímulos y rechaza la improvisación. La evaluación del aprendizaje debe estar íntimamente relacionada con los objetivos de aprendizaje y con la naturaleza de éste. La evaluación se ocupa de verificar el logro de los objetivos. El maestro, más que experto en contenido, es experto en técnicas, un ingeniero conductual que, como tal, controla, dirige, orienta y manipula el aprendizaje. El maestro maneja principios rigurosos de planeación y estructuración de la enseñanza. El alumno acata las instrucciones y la guía del profesor para lograr los objetivos.
Didáctica crítica
La enseñanza y el aprendizaje son un proceso indisoluble; el aprendizaje es un proceso, no un resultado, y es influido por el ambiente y características de cada aprendiz. Los objetivos deben expresar claramente los aprendizajes importantes que se pretenden alcanzar, por lo que el análisis profundo de la práctica docente es imprescindible. Se rechazan los objetivos conductuales porque fragmentan el conocimiento. Los objetivos deben favorecer la integración de los contenidos, el establecimiento de relaciones, el tener una visión de conjunto de los objetos de estudio y la comprensión de la complejidad de los problemas que presenta la práctica profesional. Los contenidos deben presentarse lo menos fragmentados posible y se debe ser flexible en su enseñanza así como favorecerse que el aprendizaje implique operaciones superiores del pensamiento que promuevan las relaciones e interacciones entre los contenidos. Tanto profesores como alumnos participan y deben participar en la elaboración del temario. El énfasis de las actividades de aprendizaje está en el proceso y no en el resultado. El profesor debe ser un promotor del aprendizaje y tanto él como el alumno son responsables de una investigación, indagación y reflexión permanente. Las actividades deben permitir que el alumno opere sobre el conocimiento y la transferencia de la información a problemas reales. En la evaluación del aprendizaje, tanto alumnos como profesores son protagonistas. La evaluación debe permitir la reflexión y la identificación de factores que hayan entorpecido o favorecido el proceso enseñanza-aprendizaje. Hay una clara diferencia entre evaluación y acreditación. El maestro tiene el papel de moderador, de guía. El profesor debe ser eminentemente un profesional reflexivo y auto-crítico, por lo tanto, en su formación debe considerarse el análisis, la reflexión, la actividad científica y el espíritu crítico. El alumno tiene un papel sumamente activo, él es el primer responsable de su aprendizaje. Se espera que el alumno participe, investigue, critique, evalúe y aporte.
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