Colegio Montessori

Playa del Carmen

Que el 2017  abra nuevos horizontes de creatividad y aprendizaje para que nuestra enseñanza sea personal, compartida y constante.

“Desarrolla una pasión por aprender. Si lo haces, nunca dejarás de crecer”

Anthony J. D’Angelo

Entrar a un ambiente Montessori, es entrar al verdadero mundo de los niños.  Cuando los niños tienen la libertad de desarrollarse siguiendo sus propios impulsos naturales, el resultado se ve de inmediato: se muestran integrados al grupo de trabajo, respetuosos, pero sobre todo, trabajadores.  María Montessori decía que el niño es un trabajador incansable; y ¿cómo no va a ser, si el niño se está auto-construyendo?

Si bien es cierto que los trabajos que realiza el niño no son importantes para el mundo, son sumamente importantes para cada uno de ellos.  Ellos no pretenden ser útiles, ni desean quedar bien con alguien, ni pretenden obtener retribución material por lo que hacen, como sucede en el mundo de los adultos.  La naturaleza del niño los impulsa a realizar trabajos que les ayuden a desarrollar todas y cada una de las habilidades que descubren tener a partir de la realización de los ejercicios que le propone cada uno de los objetos con los que interactúan.

En el Colegio Montessori Playa del Carmen, como sucede en los colegios AMI, los ambientes le proporcionan al espíritu del niño los espacios perfectos para que logren desarrollar ese “gran trabajo” que tiene como resultado el adulto que serán, partiendo del entendido que el niño es la parte más importante de la vida del adulto, pues se está auto-construyendo.

En El niño, el secreto de la infancia se lee:

“Un niño es un descubridor: un hombre que nace de una nebulosa,
como un ser indefinido y espléndido que busca su propia forma”

 

 

En los Colegios Montessori el niño encuentra una gran variedad de materiales de desarrollo que le provocan curiosidad.  Cada uno de ellos está acomodado de forma específica, en gabinetes que permiten que el niño los note.

El material “le habla al niño” y a partir de ese primer encuentro empieza un trabajo que se desarrolla desde el momento en que el trabajo es transportado a la mesa o a un tapete. El niño acomoda el espacio en donde trabajará y sus sentidos se preparan para descubrir.

El niño observa, con gran atención y curiosidad, la manera en la que la Guía le da la “presentación” y es entonces que el niño comienza a imaginar.

Es una imaginación que parte de lo concreto y va cuestionando el procedimiento, va buscando opciones para encontrar respuestas, el niño imagina cómo podrá hacer y descubre a través de la repetición de los movimientos que le fueron presentados.

Es un trabajo en el que la imaginación está presente pues transforma todo lo que los sentidos perciben en conceptos que se expanden tanto cuanto la mente del niño sea capaz de imagina.  Las posibilidades son infinitas.

“La imaginación tiene por base la observación de la realidad, y su perfeccionamiento está relacionado con la exactitud de las observaciones: es preciso preparar a los niños para que sepan percibir exactamente las cosas del ambiente y aseguren así el material que ha de utilizar su imaginación.” M. Montessori

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