Para los niños jugar es un ejercicio para el cuerpo y la mente, jugar es aprender. Aunque los niños no juegan para aprender, aprenden jugando.
El juego es necesario si queremos que el niño se convierta en un adulto activo, creativo y sano. Los juguetes y los juegos ayudan a los niños a enfrentar el pasado, comprender el presente y prepararse para el futuro. (Faben, 1995 ; Smith, 1982).
Dentro del juego se desarrollan actividades motoras, a los niños les atraen los juguetes que responden a sus movimientos, ayudándoles a un buen desarrollo motriz y por lo tanto desarrollan sus habilidades físicas.
Otro tópico es la creatividad y resolución de problemas. Fisher (1992), basándose en un análisis sobre mas de 40 trabajos, concluye que jugar acelera el ritmo del desarrollo temprano en un 33 al 67%, mejorando la adaptación y el lenguaje, reduciendo los problemas sociales y emocionales.
El juego imaginativo desarrolla el pensamiento y el lenguaje. Mediante el juego, los niños aprenden a distinguir entre la fantasía y la realidad (Singar, 1990). Además contribuye a un pensamiento abierto y a una manera alternativa de resolución de problemas. El juego también ayuda a los niños y a los bebés a asumir un sentido de independencia y de identidad. Los primeros pasos hacia la independencia se inician con el apego a telas suaves o peluches, a los que se aferran a la hora de dormir o cuando están relajados y, en tres de cada cuatro estudios, se les considera mas agradables, con mayor confianza en sí mismos y más afectuosos. (Litt, 1986 ; Singer, 1990;Winnicott, 1971). Durante el juego social los niños adquieren conocimiento e información y aprenden los límites personales. Los juegos que implican fantasía ayudan a los niños a controlar sus impulsos.
Catherine Garvey (1991) analiza los orígenes de la preferencia por diferentes juguetes según los sexos y lo relaciona con el comportamiento de los padres y su influencia como modelos. Los niños que eligen juguetes tradicionalmente considerados para uno u otro sexo suelen tener padres que adoptan, a su vez, los papeles tradicionales de su género (Rheingold y Cook, 1975).
Cómo elegir un juguete
La elección de los juguetes debe ser minuciosa y estudiada, puesto que no sirve cualquier juguete a cualquier edad. Por esta razón hay que tener en cuenta una serie de criterios, tales como:
* El nivel evolutivo de cada niño en particular. Dos niños con la misma edad pueden tener un nivel evolutivo totalmente diferente, dado por el nivel de estímulos recibidos, por su desarrollo afectivo con las personas de su entorno, por genética.
* Las necesidades y preferencias específicas del niño, dependiendo de las experiencias vividas en su entorno.
* Las capacidades del niño.
* Las capacidades que se desean potenciar en el niño, aquéllas que anteriormente se han trabajado y en las que se observe un nivel madurativo por debajo de lo normal.
* Las características del medio ambiente del niño. La disponibilidad o no de espacio, de tiempo, de compañeros de juego.
* Las características de los juegos : solitarios o de grupo.
* Desarrollo de diferentes funciones en el niño a través de juguetes suficientes y variados, pero no excesivos.
Tipos de juguetes
Triciclos, coches, palas, cubos, legos, rompecabezas, pintura digital, pasta de modelar, instrumentos musicales y cocinar bajo supervisión.
Algunas recomendaciones antes de jugar
Cada juego se divide en cuatro partes, objetivo, actitud del niño, material y desarrollo. Nosotros como adultos no debemos tener miedo en aportar alternativas que se consideren necesarias, sobre todo en cuanto al material y desarrollo del juego.
Los juegos que propongas han de ser rápidos en su ejecución, con materiales accesibles y abiertos para aplicarles todo tipo de variaciones. Es necesario repetir los juegos para obtener resultados. No seas tan exigente como para que el niño no quiera jugar por miedo a no hacerlo bien.
No olvides que jugar con tu hijo (a) ya es todo un éxito y, sobre todo, una apuesta por la comunicación y el cariño. Cada juego debe ser una apertura al diálogo. ¡A Jugar!