Tita Llerandi
María Montessori, en 1896, fue escogida para representar a Italia en Berlín, en uno de los congresos internacionales de mujeres. Propuso una petición para garantizar equidad salarial entre los trabajos de hombres y mujeres, propuesta aprobada unánimemente por los países representados.
Con su capacidad de oratoria, su magnetismo y su carisma, Montessori declaró que las luchas de género unían a las mujeres italianas y que traía saludos de éstas para todas las luchadoras por los derechos de las mujeres, y en particular, saludos de las socialistas.
En 1899 viajó a diversas ciudades italianas para hablar sobre “la nueva mujer”.
El periodo marcado por la esencia de aprender buenos modales se refuerza por las lecciones de gracia y cortesía.
En esta etapa cada detalle de una acción es de gran interés para ellos. Ellos son tan minuciosos con todas sus cosas, como un maestro de ceremonias. Este no será el caso, un año o dos más tarde, cuando el periodo de sensibilidad haya pasado.
“Es vital que al educar el cerebro de nuestros niños, no nos olvidemos de educar su corazón.”
Dalai Lama
Una de las cosas que más me enamoró del método Montessori fueron las Lecciones de Gracia y Cortesía. Me pareció increíble que hubiera una presentación sobre como saludar, estornudar, invitar algo a alguien, etc. Mi segunda gran sorpresa fue el tema de la paz; ¡vaya!, la Dra. Montessori escribió un libro llamado Educación y Paz. Al descubrir estos dos componentes de la Educación Montessori, tuvo sentido la expresión “Educación para la vida”.
He trabajado varios años con niños y día con día, mes con mes, año tras año, doy gracias. Ellos me permiten seguir sorprendiéndome. ¿Saben?, los veo como un pase permanente de regreso a mi infancia: me encantan sus expresiones, sus análisis, su lógica me hacen sonreír. Esta experiencia me hace sentir muy comprometida con ellos, con los niños.
Tristemente, después de tantos años compartidos, siento que las cosas han cambiado, veo con asombro que los niños pierden a más temprana edad la inocencia, crecen más rápido. Están expuestos a tantas cosas que me parece difícil que logren asimilar tanta información. Hoy hablamos de un término nuevo: el Bulling. Pero, definamos este concepto: “Acoso físico o psicológico al que someten, de forma continuada, a un alumno sus compañeros”. En otras palabras, niños que desconocen la gentileza, la empatía, la tolerancia.
Hoy quisiera compartir con ustedes algunas ideas sobre cómo fomentar la gentileza en nuestros hijos, gran labor y gran reto, en algún lado leí la frase: “Cómo tener hijos gentiles, en un mundo poco gentil, en donde los no gentiles ganan terreno y los gentiles son tontos”.
Vamos a definir el término Gentileza:
“Cualidad de la persona que actúa o se comporta con amabilidad, educación o atención hacia los demás”.
El 13 de noviembre es el Día Mundial de la Gentileza, su objetivo es despertar en las personas actitudes gentiles para un mundo más amable, cordial y justo. Los niños tienen que aprender a ser amables, agradables, educados y corteses con quienes les rodean. La amabilidad es un valor que se aprende, hay que enseñarles al niño y la niña a compartir, a comportarse siguiendo ciertas normas y a tratar a todo el mundo con el mismo respeto.
Ser amable o ser gentil significa ser digno de ser amado, ser cariñoso, afectuoso, cortés, agradable, servicial, afable, incluso gracioso y risueño. Todas estas cualidades deben ser formadas en los niños desde la más temprana edad. Ser gentil también es ser atento, brindar atención y respeto sobre todo a los menos aptos, desvalidos y necesitados.
La gentileza no nace con el niño, éste es impulsivo por naturaleza y a ser amable y cortés se aprende a través de las más diversas actividades de la vida cotidiana. Los niños asimilan las normas de comportamiento social en la medida en la que los adultos los entrenan y les enseñan a comportarse de acuerdo con esas normas. La amabilidad implica a su vez la igualdad, el tratamiento por igual a niños y niñas y la delicada cortesía de unos a otros, por lo que han de aprender a ser corteses con todos los compañeros y compañeras y ayudarles en todo momento.
A continuación enlisto algunas ideas de cómo ser gentil y considerando a los demás:
– Saludando a las personas conocidas.
– Demostrando afecto a los compañeros de la escuela y a los amigos.
– Llevando algún regalo a alguien de forma inesperada cualquier día.
– Compartiendo su material escolar.
– Jugando sin peleas con sus compañeros.
– Dando de comer a su mascota.
– Agradeciendo a su mamá (o a quien haya cocinado) por la deliciosa comida.
– Ayudando y acompañando a sus padres a la compra.
– Ofreciendo ayuda cuando alguien la necesita.
Una de las vías más importantes para que los niños aprendan a ser gentiles, amables y corteses la constituye el juego de roles, en los que es posible modelar las más diversas situaciones en la que esté implícito el ser gentil y cortés. Sin embargo, nada sustituye al ejemplo del adulto para enseñar las normas de la amabilidad y cortesía; por ello, los adultos han de ser modelos de estas cualidades a imitar. Para que les resulte más fácil, pueden contarles historias en las que se planteen diversas situaciones parecidas a la vida real.
Los niños que son más amables tienen más posibilidades de establecer relaciones sociales satisfactorias, pues se preocupan por los demás y estarán dispuestos a ceder cuando sea necesario. Los propios niños experimentarán más la satisfacción y la energía que esta situación genera. Con toda seguridad, serán personas más cariñosas, amables y serán aceptados socialmente en mayor medida. Además, el ser una persona amable es esencial para enfrentar las adversidades de la vida.
“Hay tres cosas importantes en la vida: la primera, ser amable;
la segunda, serlo siempre; y la tercera, nunca dejar de serlo”
―Henry James
“El niño es un embrión espiritual que necesita de su propio ambiente especial. De la mima forma en la que el embrión físico necesita el vientre de su madre, en el que crecer rodeado de todo lo necesario, el embrión espiritual necesita ser protegido por un entorno externo que sea cálido, con amor y rico en nutrientes, donde todo esté dispuesto para darle la bienvenida y nada para perjudicarlo.” (El secreto de la infancia).
Cuando un niño entra en una comunidad Montessori, muy probablemente será recibido en la puerta con el apretón de mano cálida y acogedora y la sonrisa de su maestro. Muchos profesores consideran que este es uno de los actos más importantes del día. Nos miramos a los ojos, llamamos a los niños por su nombre, compartimos expresiones de alegría, escuchamos noticias de casa y nos aseguramos de que todos los niños comienzan su día con la sensación de que son miembros importantes de su comunidad.
Muchos maestros Montessori ayudan a los niños más pequeños formulándoles una sencilla pregunta: “¿Cómo puedes ayudar a tu comunidad?” O “¿Sientes que alguien necesita de tu ayuda esta mañana?”. Un niño menor de dos años de edad puede descubrir que una planta necesita ser regada, un estante que debe sacudirse, o un amigo que necesita ayuda con una cremallera o botones. Ha comenzado su día observando el entorno en busca de las necesidades que pudieran existir en su comunidad, en el supuesto de que hay muchas maneras en las que él puede ayudar. En el libro El altruismo y la en la vida cotidiana, el psicólogo Alfie Kohn escribe que los ambientes que promueven un entorno ético y cuidadoso, están fomentando una auto imagen pro social. “Todos aprendemos más en la interacción personal, que escuchando o recibiendo lecciones de un maestro, es más una cuestión de sentido común”. A partir de sus observaciones y el desarrollo de la actividad, el niño absorbe el orden, la belleza y el amor invertido en su medio ambiente.
“El niño encarna el medio ambiente en los hallazgos que hace en torno a sí mismo” (La formación del hombre). Los niños pequeños son mucho menos propensos a recibir inspiración de las palabras de su maestro en comparación con lo que proviene del trabajo concentrado utilizando las manos en actividades propuestas en un ambiente creado especialmente para satisfacer sus necesidades, en el que pueda tener una interacción directa con otros. “El niño debe hacer frente a la orden superior del espíritu a través de cosas concretas“. (Educación y Paz)
Los niños en ambientes Montessori se conectan rápidamente con el trabajo concreto de sus manos a sus manos, en una relación directa con sus compañeros. “Cuando el trabajo se inicia en un determinado medio ambiente, la asociación con nuestros semejantes también comienza, pues nadie puede trabajar solo“. (Educación y Paz). A través de las actividades diarias realizadas en sus comunidades, los niños comienzan a formar y fortalecer tanto su inteligencia como sus primeras amistades.
A través de sus desacuerdos y frustraciones, los niños aprenden a pensar con empatía y a entender que las relaciones son recíprocas. Los maestros Montessori hacen preguntas sencillas pero muy valiosas, como por ejemplo: “¿Cuál es el problema?” O “¿Qué pasó?”, pero además hacen énfasis en la reflexión: “¿Cómo te hace sentir eso?”, y lo más importante: “¿Cómo crees que tu amigo se siente en este momento?”
A medida que los niños trabajan juntos para mantener la belleza y el orden, aprenden a considerar las limitaciones y los sentimientos de los demás. Mientras que ellos a menudo necesitan y agradecen el apoyo suave del adulto, no esperan que la alabanza o recompensa por su trabajo pueda llegar de sus compañeros, lo que hace que nazca un placer particular en su experiencia compartida. Ellos entienden que ellos son importantes y que las contribuciones de todas las personas son valiosas. Al actuar con otros para el mejoramiento de sus entornos compartidos, cada niño construye su confianza, se deleita en la amistad y descubre la alegría de dar sin esperar recompensa. “Lo que creemos que es verdad sobre nosotros mismos y los demás, afecta la forma en la que nos comportamos, que a su vez, afecta a nuestras suposiciones acerca de la naturaleza humana“. (Alife Kohn, El lado más brillante de la naturaleza humana; el altruismo y la empatía en la vida cotidiana)
Con gran alegría, los niños abrieron las nuevas Cajas Viajeras que contenían los libros que tan amablemente donaron los padres de la Comunidad del Colegio Montessori de Playa del Carmen.
El proyecto de la Caja Viajera llegó a nuestros Colegios Montessori hace dos años, a partir de la plática con una Guía Montessori de Puebla; quien nos comentó que este proyecto había incrementado significativamente los niveles de lectura de los niños en su colegio. Por lo que decidimos iniciar este hermoso proyecto en Cancún, en donde actualmente se han logrado reunir casi 400 ejemplares gracias a la colaboración de todas las familias.
Los proyectos de Caja Viajera son patrocinados principalmente por las familias, por varias razones: pensamos que el hábito de la lectura inicia y se fomenta en el núcleo familiar, por otra parte, los títulos que forman parte de estas colecciones son en su totalidad recreativos. Dentro de las bibliotecas de cada ambiente, los niños tienen una gran variedad de libros de investigación. Partiendo del principio que la lectura es uno de los momentos más placenteros que se pueden tener durante el día es la manera más divertida de entrar en contacto con la fuente principal para elevar la cultura general de los niños -y adultos.
Estamos profundamente agradecidos con los padres que apoyaron esta primera parte del proyecto y esperamos que la alegría de sus hijos los motive a seguir participando.
Escrito por: Mary Caroline Parker
El arte de la observación para la mayoría de los padres, no se trata de la manera de hacer algo por su hijo, o cómo hacer algo para nuestro hijo.
Casi todo lo que hacen los adultos con los niños es sobre su seguimiento. Si pensamos en nuestras interacciones con los niños en términos de cuál es el propósito, estamos casi siempre dirigiendo, pendientes de que hagan algo, recordándoles lo que deben hacer, pendientes de corregirlos, protegiéndolos de algo, o incluso “sermoneándolos” de algo. También a menudo tratamos de aprovechar todas las oportunidades posibles para enseñarles algo.
Stan Ferguson, terapeuta, consejero, y el autor de Lo que los padres necesitan saber sobre los niños, estima que aproximadamente el 99,9% de toda la comunicación de adultos con los niños es básicamente este tipo de monitoreo. Muchos padres podrían argumentar que este tipo de interacción es el resultado de la responsabilidad de ser padres. Eso es en lo que nos enfocamos para amar a nuestros hijos, cuidarlos, protegerlos, y mostrarles el camino.
Sería muy interesante si alguien pudiera seguirnos a nuestro alrededor con una pequeña libreta sólo por un día y escribir todo lo que le decimos a nuestro hijo. Podría salir algo como esto:
Cariño, ¡es hora de levantarse!
Vamos dormilona, ¡muévete!
Ya sabes que no lo puedes llevar a la escuela, por lo que ni siquiera debes ponerlo ahí.
¿Qué quiere decir eso de que no puedes encontrar tus calcetines?
Date prisa, es el momento para el desayuno.
Deja de jugar con tu cereal.
Deja de molestar a tu hermano.
¿Te cepillaste los dientes?
Vas a llegar tarde, sube al coche.
Que no se te olvide de tu almuerzo.
No, no puedes jugar un rato después de la escuela o vamos a llegar tarde a tu cita con el dentista.
Sí, claro que tienes que ir al dentista.
Porque yo lo digo, por eso.
¿Le suena familiar? Y todo esto ¡antes de salir de la casa en la mañana!
La verdad es que nosotros no estamos acostumbrados a pasar tiempo con nuestros hijos sin interactuar con ellos. Muchas veces estamos tratando de asegurarnos de que no hacen algo mal. O, si no, estamos corrigiéndolos por que hacen algo que no nos gusta.
Es realmente agotador, estar siempre de guardia, ¿no es así? Es, probablemente, bastante agotador para los niños también.
¿Cómo sería estar con nuestros hijos sin dirigirlos ni controlarlos? ¿Cómo sería estar simplemente presentes con ese niño, y qué significaría eso para el niño? Ferguson llama a este estado de solo estar con su hijo, “darse cuenta” de su hijo. María Montessori lo llamó “observando” al niño.
Susane Corto es una psicoanalista que también es maestra Montessori. Hace más de 20 años, escribió un artículo acerca de la educación Montessori desde el punto de vista de la psicología analítica. Esta es una de las cosas que ella dijo: “Al ser observador, de alguna manera la psique sabe que se está viendo. Sentir lo que uno observa. Observar es estar con alguien. Lo que es importante para cualquier persona es ser visto como uno verdaderamente es. Es la única cosa que realmente importa”.
¿No es esa la esencia de las relaciones humanas? Para hablar con alguien, o para enseñar algo a alguien, o para decirle a alguien lo que debe hacer. Pero sólo para estar con alguien.
Cada padre ya ha tenido esta experiencia en su forma más pura. Tal vez el mejor ejemplo de simplemente estar con alguien es lo que experimentamos cuando miramos a los ojos de un bebé recién nacido.
Sé que todos ustedes probablemente han notado que en las escuelas Montessori se habla mucho acerca de la “observación” y “observar al niño”. En la mayoría de las escuelas, los padres están invitados a asistir y observar en el aula. La experiencia de la observación en el aula nos da un marco para hablar de la observación. Sin embargo, las ideas y técnicas que se discuten no sólo son relevantes para la observación en las aulas Montessori. Son cosas que usted puede pensar y probar en casa también.
Cuando se llega a observar en el aula, no se va a estar interactuando con el niño. No se puede estar dirigiendo a él ni decirle lo que debe hacer; no se le corrige y ni siquiera se le monitorea. Simplemente se sienta tranquilamente en una silla y observa, ve lo que pasa a su alrededor. Así que esa es una gran diferencia comparada con la experiencia que vive con su hijo en el día a día.
Todo el mundo conoce el viejo refrán. “Ver el mundo a través de lentes color de rosa”. Como padre, usted trae tanto con usted a su observación, que seguramente lo estará buscando, como si viera a través de cristales de colores. Pueden ser las gafas de color rosa-, pueden ser unas gafas oscuras, o pueden ser una pantalla gruesa que impide ver nada excepto la propia pantalla. ¿Cuáles son algunas de las cosas que toman el color que queremos darles?
A esto le llamamos los “obstáculos internos que traemos con nosotros”.
Las distracciones, tales como las preocupaciones y ansiedades debidas al trabajo y a sentirnos demasiado ocupados, corriendo para no llegar tarde, horarios, llamadas telefónicas u otras responsabilidades. Cualquier cosa que nos lleva fuera de nuestra situación actual.
¿Cómo te sientes físicamente? Eso también es un obstáculo interno. ¿Te molestan tus alergias? ¿Está molesto por una discusión que tuviste con tu marido esta mañana? ¿Estás irritado porque había mucho tráfico hoy? A veces están demasiado distraídos o demasiado ocupados, o demasiado preocupados o ansiosos, como para ser capaz de mirar y ver.
La mayoría de los padres no tienen mucho tiempo para pasar con sus hijos. Y a menudo los pocos minutos preciosos que se tienen, son compartidos con las exigencias de la vida diaria. Tienes que hacer los mandados, conseguir los alimentos, lavar los trastos, responder el teléfono (lo haces, ¿verdad? ¡No importa lo que está sucediendo cuando suena!), todas estas son actividades que se tienen que hacer una y otra en la lista, todos los días. Nos privamos a nosotros mismos de compartir la alegría más profunda que podemos experimentar: estar con nuestros hijos, porque otras cosas parecen tan importantes en el momento.
Cuando recojas a tu hijo en la escuela, por ejemplo, tómate un momento para bajar a su nivel y buscar sus ojos. Dile que usted estás feliz de verlo. Camina lentamente, a su ritmo, hasta el coche. Note lo que les rodea. Escucha lo que ella quiere compartir contigo acerca de su día.
Lo que se ve es de color por…
Cuando se llega a observar en la escuela, ¿cómo esperas que tu hijo se comporte en el aula?
¿Qué piensas que tu hijo estará haciendo?
¿Vas a estar decepcionado si no ves a tu hijo elegir un trabajo?
¿Vas a estar decepcionado si ves a tu niño elegir un trabajo que parece fácil, según tu propia perspectiva?
Experiencias pasadas
¿Llegas con alguna experiencia o conocimiento pasado? Todo el mundo tiene alguna experiencia pasada con el dinero, ¿verdad? ¿Cuál es el primer recuerdo que tienes sobre el dinero?
¿Has tenido una experiencia realmente maravillosa con el dinero? ¿Una mala experiencia con el dinero?
¿Crees que eso te afecta cuando tienes un billete de un dólar en tus manos?
Lo mismo pasa con la observación de su hijo.
Cuando observas en la escuela, estás trayendo a tus memorias lo que viviste en tu infancia y tu experiencia escolar. ¿Cuál fue tu escuela? ¿Cómo te sientes cuando sabes que tienes que estar en la escuela parte del día?
También estás trayendo todas tus experiencias pasadas vividas con tu hijo, a partir del día en que nació, y todos tus sentimientos acerca de su personalidad en base a tu conocimiento a través de la convivencia con él. ¿Crees que tu hijo es activo, tímido, brillante, torpe, etc.? Si usted piensas que él es un niño activo, ¿tal vez te sientas sorprendido si lo ves sentado tranquilamente en paz? ¿Vas a estar preocupado de que algo esté mal? Si crees que es independiente, ¿te sentirías decepcionado si quiere quedarse cerca de ti y empieza a llorar cuando te vayas?
Cuando etiquetamos a nuestros hijos, incluso en nuestras mentes, estamos creando una imagen muy limitado de ellos. Los juicios de valor, o nuestras propias ideas y juicios sobre lo que es bueno y lo que es malo, también puede colorear esas gafas.
Teniendo en cuenta nuestra historia basada en la experiencia con nuestro hijo y los fuertes lazos emocionales que nos unen a él, probablemente sólo tenemos que aceptar el hecho de que ninguno de nosotros jamás será capaz de ver a los hijos en una luz completamente objetiva.
No creo que sea posible que los padres lleguen a observar a su hijo de la misma manera que alguien que no sea el padre del niño lo observaría. ¡Es algo maravilloso saber que hay alguien en el mundo que siempre te ve con los ojos del amor!
Pero es un ejercicio interesante para tratar de darse cuenta de que, sí, todos tenemos una forma particular de mirar a nuestros hijos. Y, sólo por el momento, podemos desafiarnos a nosotros mismos para tratar de dar un paso atrás para tratar de suspender nuestras suposiciones y nuestros juicios y prejuicios y simplemente ver lo que hay allí.
Estas son formas que podemos trabajar para lograr eliminar las estas gafas temporalmente con el fin de estar más cerca de la raíz y estar presente en la observación de nuestros hijos. Estos son momentos preciosos entre un padre y un hijo, y esta oportunidad no dura para siempre.
Si eres padre de un adolescente, entonces sabes que el tiempo llega muy rápido, ese momento en el que tu hijo ya no te necesita, cuando tal vez ya no eres la persona más importante en su vida, cuando no está esperando ansiosamente que llegues para verte después de la escuela.
Hice mi formación de maestros Montessori hace 35 años, y sigo pensando en algo que mi entrenador decía acerca de lo importante que es estar completamente presente con los niños en cada momento. Ella siempre decía el guía debe entrar en el salón de clases cada día limpio, claro y vacío. Listo para ver con ojos nuevos a cada niño como un niño nuevo, cada día como un nuevo día, cada momento como un nuevo momento.
Hay todo tipo de técnicas que nos pueden ayudar a llamarnos para estar de vuelta al momento presente. Podemos hacerlo en cualquier momento y un notar que todo tiempo es maravilloso para hacerlo, pero sobre todo, el momento más enriquecedor sería el momento de recoger a tu hijo en la escuela.
Así, en la observación, lo que queremos hacer es ver más y actuar menos. Si actuamos menos, podemos ver más.
Una mamá en mi escuela estaba hablándome un día de observación, de su bebé de cuatro meses. Me contaba que se daba el tiempo de alejarse un poco y observarlo, únicamente observarlo y me comentó: “Confío más en él, y me siento más conectada al ser capaz de averiguar lo que necesita. Es lo que hace que la paternidad sea gratificante, relajante y fácil, y ¡tengo un bebé de 4 meses! Solo le prestó atención para no asfixiarlo con sobreprotección, sólo lo miro. Él me mostrará lo que necesita”.
La mayor parte del tiempo, nuestros niños necesitan menos ayuda de la que nosotros pensamos. Y si nos tomamos el tiempo para ver, por lo general nos mostrarán lo que necesitan.
Cuando tenemos visitantes que vienen a la escuela para observar en un salón de clases, siempre les digo que al observar en el aula deben estar tranquilos y ser discretos. ¿Quieres ver lo que está sucediendo como si no estuvieras allí?
Este es su tiempo para estar observando. Este puede ser su único momento para ver las cosas en el aula que será y seguramente será muy interesante, así que por supuesto que deseas sacar el máximo provecho de la oportunidad. Aquí están algunas ideas de cosas que puedes hacer para ayudar a que disfrutes de tu observación en el aula de tu hijo.
- Prepara a tu hijo: Dile que vas a venir a visitar, que estarás viendo desde la silla del visitante y que te quedarás un tiempo corto, y luego te marcharás. Dile que volverás a buscarlo después de la escuela como todos los días.
- Trata de venir sin expectativas: No digas “me muestras lo que puedes hacer”. Esto puede ser abrumador para el niño pequeño. Hay muchas cosas que hace en el aula durante todo el día, y este tipo de instrucción es demasiado vaga y abstracta para que tenga sentido para él. Usted puede decir “Estoy aquí para ver a los niños que trabajan, y te veré también.”
- Trata de observar sin juzgar: no estás allí para ver cómo está tu hijo. No estás allí para emitir un juicio sobre si ella está haciendo bien las c osas, si progresa, o aprender lo suficientemente rápido. Estás allí para ver qué tipos de actividades ocurren en el aula, cómo los niños se relacionan entre sí, cómo se relacionan con los adultos y con el trabajo. Estás allí para apreciar a tu hijo y sólo para compartir con durante un corto período de tiempo la experiencia que vive en la escuela.
- Observa a los otros niños: sus madres no están presentes, lo que significará que sus actividades serán más o menos las normales o típicas de todos los días. Lo que se ve de ellos puede ser lo que estaría haciendo su hijo si no estuvieses allí observándolo.
- Sé agradecido: estar agradecidos de lo que se te está concediendo el raro privilegio de observar la gran obra de la naturaleza. Tu hijo está creándose a sí mismo a través de su propia actividad en el mundo y sus interacciones con los demás.
Es importante saber qué es lo que se debe buscar en un aula Montessori.
En 1918 María Montessori dio a los maestros lo que ella llamó una “Guía para la Observación Psicológica”. Era una lista de algunas de las cosas que pensaba que sería importante que el profesor observe sobre cada niño.
Su lista incluye lo siguiente:
¿Cuándo es que el niño comienza a trabajar por cualquier período de tiempo en una tarea?
¿Es capaz de volver a su trabajo después de la distracción?
¿Cuándo comienza a obedecer con entusiasmo y alegría?
¿Cuándo empiezan a tomar parte en el trabajo de otros con un esfuerzo de su inteligencia?
¿Muestra períodos de serenidad? ¿Observas manifestaciones de afecto? ¿Oyes gritos de alegría?
Puedes ver algunas de estas cualidades cuando observas en el aula, y sin duda hay un montón de oportunidades en casa para ver estas cosas.
¿Recuerdas a la madre de mi escuela que estaba tan sintonizado con la observación de su bebé? Un día estábamos hablando de lo que había aprendido sólo por estar con su bebé y lo observaba. Ella dijo: “Parece que he aprendido aún más profundamente a través de la observación de todo lo que hay en mi hijo y es muy interesante. Me hace apreciarlo mucho más, su desarrollo y la naturaleza humana y el desarrollo de la vida a través de él”.
De hecho, existen cualidades universales que Jennifer pudo ver en su hijo y que tú puedes ver en tu hijo y que podemos ver en todos los niños. Estas son las tendencias que todos los seres humanos comparten; no importa en qué época histórica viven, sin importar el país en que nacen, no importa el idioma que hablen.
María Montessori descubrió esto a través de su propia experiencia al observar a los niños no sólo en la primera Casa de los Niños en Roma, sino al observar a los niños de todo el mundo durante casi 50 años, desde Europa, América del Norte, América del Sur, Asia. En todos los países, con los niños de todas las razas, todos con antecedentes culturales diferentes y distintas lenguas, siempre observó las mismas características:
Ella observó que a los niños les encanta trabajar.
Ella observó que los niños se sienten obligados a explorar lo que encuentran en su entorno.
Ella observó que los niños muy pequeños tienen un gran amor por el orden.
Ella observó que los niños tienen un deseo de manejar y manipular objetos.
Ella también observó que los pequeños tienen ganas de repetir las actividades una y otra vez y luchar por lograr la precisión.
Los niños naturalmente se corrigen solos. La experiencia de cometer un error o sentir que algo no está bien, o escuchar la opinión de alguien sobre su trabajo, les llevará a volver a empezar, volver a intentarlo y seguir trabajando hasta que no se equivoquen, sin sentirse mal o culpables por haber cometido el error. En Montessori llamamos a esto el control de error y está integrado en muchos de de los materiales de desarrollo Montessori; los propios materiales guían al niño y lo animan a intentarlo de nuevo hasta lograr un resultado satisfactorio.
Ellos tienen un ardiente deseo por la independencia.
Tienen una necesidad de comunicarse y expresar amor.
Todas estas cualidades son innatas en los niños. Ellos deben expresarse.
Espero que tengan la oportunidad de utilizar algunas de estas ideas y experimentar con ellas cuando usted pasen tiempo con sus hijos en casa y por supuesto también cuando vayan a observar en el aula de su hijo.
Traducción: Andrea García.
Que el 2017 abra nuevos horizontes de creatividad y aprendizaje para que nuestra enseñanza sea personal, compartida y constante.
“Desarrolla una pasión por aprender. Si lo haces, nunca dejarás de crecer”
Anthony J. D’Angelo
Entrar a un ambiente Montessori, es entrar al verdadero mundo de los niños. Cuando los niños tienen la libertad de desarrollarse siguiendo sus propios impulsos naturales, el resultado se ve de inmediato: se muestran integrados al grupo de trabajo, respetuosos, pero sobre todo, trabajadores. María Montessori decía que el niño es un trabajador incansable; y ¿cómo no va a ser, si el niño se está auto-construyendo?
Si bien es cierto que los trabajos que realiza el niño no son importantes para el mundo, son sumamente importantes para cada uno de ellos. Ellos no pretenden ser útiles, ni desean quedar bien con alguien, ni pretenden obtener retribución material por lo que hacen, como sucede en el mundo de los adultos. La naturaleza del niño los impulsa a realizar trabajos que les ayuden a desarrollar todas y cada una de las habilidades que descubren tener a partir de la realización de los ejercicios que le propone cada uno de los objetos con los que interactúan.
En el Colegio Montessori Playa del Carmen, como sucede en los colegios AMI, los ambientes le proporcionan al espíritu del niño los espacios perfectos para que logren desarrollar ese “gran trabajo” que tiene como resultado el adulto que serán, partiendo del entendido que el niño es la parte más importante de la vida del adulto, pues se está auto-construyendo.
En El niño, el secreto de la infancia se lee:
“Un niño es un descubridor: un hombre que nace de una nebulosa,
como un ser indefinido y espléndido que busca su propia forma”
En los Colegios Montessori el niño encuentra una gran variedad de materiales de desarrollo que le provocan curiosidad. Cada uno de ellos está acomodado de forma específica, en gabinetes que permiten que el niño los note.
El material “le habla al niño” y a partir de ese primer encuentro empieza un trabajo que se desarrolla desde el momento en que el trabajo es transportado a la mesa o a un tapete. El niño acomoda el espacio en donde trabajará y sus sentidos se preparan para descubrir.
El niño observa, con gran atención y curiosidad, la manera en la que la Guía le da la “presentación” y es entonces que el niño comienza a imaginar.
Es una imaginación que parte de lo concreto y va cuestionando el procedimiento, va buscando opciones para encontrar respuestas, el niño imagina cómo podrá hacer y descubre a través de la repetición de los movimientos que le fueron presentados.
Es un trabajo en el que la imaginación está presente pues transforma todo lo que los sentidos perciben en conceptos que se expanden tanto cuanto la mente del niño sea capaz de imagina. Las posibilidades son infinitas.
“La imaginación tiene por base la observación de la realidad, y su perfeccionamiento está relacionado con la exactitud de las observaciones: es preciso preparar a los niños para que sepan percibir exactamente las cosas del ambiente y aseguren así el material que ha de utilizar su imaginación.” M. Montessori
Uno de los párrafos que más me gusta del libro “Educación y Paz”, escrito por la Dra. Montessori en 1949 es el siguiente:
“El niño es una criatura de pasiones intensas. Sí, tiene una gran pasión por aprender. Si no fuera así, ¿cómo podría orientarse en el mundo? El niño tiene inclinaciones naturales (podríamos llamar instintos, impulsos vitales o energías internas) que le proporcionan un poder de observación, una pasión por ciertas cosas y no por otras”.
Partiendo de esta reflexión, podemos decir que depende de los adultos que preparamos el camino del niño, el que él pueda encontrar motivación para poder seguir desarrollando su persona de manera equilibrada. Que cada uno de esos impulsos vitales, encuentren satisfacción en las experiencias que le acompañan cada día, que logre encontrar momentos en los que su interés de explorar y conocer puedan ser satisfechos y logre, de este modo, dejar surgir nuevas preguntas que le impulsen a seguir aprendiendo.
Cuando un niño logra sentirse interesado por aquello que “tiene que hacer” el “tener que hacer” se vuelve un “querer hacer”. Hay una frase muy común que se escucha cuando se habla de Educación Montessori y es “los niños Montessori hacen lo que quieren”. ¡Efectivamente! Hacen lo que quieren porque cada uno de los impulsos que los mueven a “hacer” se topan con algo interesante que les invita a crear, a investigar, a desarrollar capacidades intelectuales, habilidades motrices; el niño encuentra el enlace ideal que logrará satisfacer esa necesidad de “querer hacer” entonces, comenzará un trabajo que lo llevará a la relajación, a la concentración, a desarrollar su capacidad de atención. Su mente encontrará mil formas de aprender a través de la comprensión y su memoria se construirá con conceptos que han sido vividos, experimentados; conceptos que dejarán huella en su personalidad.
María Montessori nos enseñó que el trabajo del niño es un proceso constructivo definido, un fenómeno natural que se produce cuando el niño tiene la oportunidad de esforzarse y trabajar solo, sin la mediación de nadie.
Los invitamos a conocer los Ambientes del Colegio Montessori Playa del Carmen. Seguramente desearán volver a ser niños, para experimentar la aventura de aprender.