Playa del Carmen

“Como nosotros no tenemos otra posibilidad de distinguir las cosas sino los atributos, la clasificación de éstos trae consigo un orden fundamental que abarca todas las cosas. A partir de aquí el mundo ya no es el caos para el niño, su mente se parece algo a los estantes bien ordenados de una biblioteca o a los de un rico museo; cada objeto tiene allí su lugar y su categoría. Cada adquisición ya no será “almacenada” sino “colocada”; este orden primitivo no se verá jamás turbado y se irá enriqueciendo continuamente. El niño que de este modo ha adquirido la posibilidad de distinguir una cosa de la otra, tiene formado lo que sirve de base a su inteligencia.”. 
María Montessori, La auto-educación en la escuela elemental.

El siguiente fragmento fue tomado de un artículo de Annia Monreal de La Vanguardia y nos aclara qué es y cómo se desarrolla la inteligencia.

La inteligencia es una capacidad mental muy general que implica habilidad para razonar, planificar, resolver problemas, pensar de forma abstracta, comprender ideas complejas, aprender con rapidez y aprender de la experiencia. Por lo tanto, no supone el mero aprendizaje de un texto, una habilidad académica específica, o resolver exámenes de forma habilidosa; más bien, refleja una capacidad amplia y profunda para la comprensión del entorno, para ser capaz de capturar el significado de las cosas y darles un sentido, o para ingeniárselas a la hora de saber qué hacer.

Genética versus ambiente, un debate en el que, en los últimos años, el ADN pierde puntos frente al entorno en el que crecemos. Los genes son la base sobre la que se acomodan las impresiones que el marco social deja en nosotros. He aquí la importancia del “Ambiente Preparado” que tanto remarca la Filosofía Montessori.

“Existen muchas formas de inteligencia, pero básicamente se distinguen dos tipos: la inteligencia fluida y la inteligencia cristalizada”, indica José Antonio Portellano, neuropsicólogo y profesor de la Universidad Complutense de Madrid.

Por inteligencia fluida se entiende la inteligencia base, de nacimiento. La inteligencia cristalizada es fruto del aprendizaje y de la experiencia. “No son excluyentes”, asegura el especialista. “Todo el mundo nace con una inteligencia fluida determinada, pero esto no supone ningún tope ni ningún límite”, añade. Sin embargo, Portellano sostiene a la vez que “la inteligencia es lo más antidemocrático que existe”. Una persona que nace y crece en un entorno estimulante mejorará su inteligencia cristalizada. Y otra que, con la misma inteligencia fluida, se desarrolla en un ambiente carente de incentivos se quedará rezagada.

Cualquier persona puede mejorar sus funciones mentales a través del aprendizaje y la ejercitación cognitiva, ya que gracias a los mecanismos de plasticidad cerebral se pueden producir modificaciones en la estructura y el funcionamiento del sistema nervioso, tanto en sujetos sanos como en los que han sufrido algún daño cerebral. Todo esto tiene bases científicas probadas y comprobadas. “Las conexiones neuronales mejoran y se multiplican con la adquisición de conocimientos” (SilverV / Getty)

El cerebro es uno de los órganos más estudiados en los últimos años. Así, la neurobiología ha demostrado que con el tiempo, seguimos creando neuronas y conexiones entre ellas, que aprendemos por imitación gracias a las neuronas espejo y que sí se puede hacer crecer la inteligencia.
“Hasta hace unas décadas se creía que la inteligencia fluida, la innata, crecía hasta los 18 años. Hoy sabemos que lo hace hasta la cuarentena”, asegura Portellano. “La inteligencia cristalizada no tiene fecha de caducidad. Cuanto más aprendes más inteligencia adquieres”.

Hoy en día el mercado ofrece un abanico de productos para estimular la inteligencia, los llamados estimulantes cognitivos, smart drugs o nootrópicos, que aseguran una mejor concentración, creatividad, memoria e inteligencia asociadas a la obtención de un mejor rendimiento.

Sin embargo, las fórmulas para ejercitar la inteligencia no se tragan con un poco de agua. El gimnasio intelectual se obtiene con el estudio y la práctica de idiomas “tres mejor que dos”, los abdominales mentales en forma de ejercicios dirigidos al intelecto, el deporte, la felicidad, una alimentación sana y equilibrada y, sobre todo, con la música.

Se ha visto que el cerebro de las personas que estudian música es distinto. Tienen más desarrollado el cuerpo calloso, el conjunto de fibras nerviosas que conectan los dos hemisferios del cerebro. Y como consecuencia, son más capaces de resolver problemas empleando las dos zonas cerebrales.
El aprendizaje es el estímulo para la inteligencia cristalizada, pero ¿se puede ejercitar la inteligencia fluida, la innata? También. Y la receta es la misma, aprender, porque la inteligencia cristalizada influye sobre la fluida.

Cuando aprendemos suceden dos cosas en el cerebro: por una parte los circuitos cerebrales mejoran y se generan otros nuevos. Por otra, la inteligencia obliga al cerebro a crear nuevas conexiones. Como sucede con la alimentación y el deporte, la inteligencia depende de un entrenamiento constante. Nada de fórmulas milagrosas, sino un poco de constancia para garantizar una vida plena. Cada inteligencia se deteriora según se ha vivido.

Los invitamos a acercarse a las pláticas que durante este semestre darán Gabriela Ortega y los Guías Montessori de los diferentes ambientes, en las que podrán conocer más acerca de los Materiales de Desarrollo Montessori que ayudan a que la inteligencia de nuestros niños se enriquezca y llegue a “explotarse” al máximo.

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