APLICACIONES PRÁCTICAS MONTESSORI PARA LA CASA
ML SHANNON HELFRICH
DE LA COLECCIÓN “PATERNIDAD DEL NUEVO MUNDO”
La mayoría de nosotros, que somos padres de niños que frecuentan escuelas Montessori, descubrimos que nuestros pequeños pueden enseñarnos mucho. Los niños que han desarrollado nuevas habilidades y han hecho nuevos descubrimientos, tienen un gran deseo de aplicar esas habilidades y logros en su vida cotidiana. De hecho, la vida está conformada por un todo integral en el que existen todas y cada una de las habilidades, además del conocimiento, que se convierten en parte de la personalidad del niño durante su evolución. El desafío para nosotros, como padres, es proporcionar un entorno en el que estos niños puedan experimentar la continuidad de lo que viven en el colegio y el apoyo que necesitan para su crecimiento y desarrollo.
Es importante empezar la discusión con algunas aclaraciones sobre lo que no podemos tratar de hacer en casa. En primer lugar, no podemos recrear el ambiente Montessori en nuestros hogares. Nuestras casas son espacios diseñados para adaptarse a las necesidades de los adultos y de los niños. El ambiente Montessori está diseñado específicamente para satisfacer las necesidades de un grupo determinado de niños. Como tal, el Ambiente Montessori consiste en algo más que un espacio dispuesto para el niño en el que se encuentra un conjunto de materiales didácticos “ordenados”. Más aún, debemos comprender que el niño no puede aprender de los materiales a través de la mera exposición en las repisas. Imaginemos esta comparación: visualicemos a un pequeño que se sienta delante de una caja cerrada sin llave –no descubrirá que hay dentro de ella. Siguiendo este ejemplo, pensemos que la guía Montessori se ha capacitado y es ella quien actúa como la llave para abrir la caja. Es la profesional preparada con una comprensión del desarrollo del niño y de la naturaleza y el diseño de los materiales a través de los cuales se pueden satisfacer las necesidades de desarrollo de cada uno de los niños, de manera particular. Además, una verdadera experiencia de Montessori incluye la dinámica social del niño interactuando con los niños de otras edades similares: niños mayores que estarán allí para ayudar y ser modelos para los más pequeños; asimismo, los más pequeños aprenden mediante la observación de los niños mayores y la obtención de una visión del trabajo que está por venir en su experiencia de vida.
Así que, dicho esto, ¿qué podemos hacer en casa? Hay muchos aspectos de la filosofía Montessori en la vida diaria que se pueden aplicar en nuestras rutinas diarias con los niños. Podríamos llamar a estas “actitudes filosóficas”. En estos puntos podríamos incluir por ejemplo:
El respeto por la vida y por la naturaleza, como un patrón integral del desarrollo y evolución de su propia existencia,
– Una amistad con el error, considerándolo como la posibilidad de reconocer nuestras debilidades humanas y los niveles de desarrollo que vamos alcanzando de nuestras habilidades,
– La libertad de usar todas las habilidades y capacidades que tenemos, a pesar de que todavía no estén perfectamente desarrolladas, esto generalmente se llama independencia funcional.
Cualquiera de estos puntos, o inclusive uno sólo, pueden proporcionar una base en la relación con nuestro hijo. Son actitudes utilizadas para crear un ambiente psicológico adecuado para el niño.
En primer lugar enfoquémonos en este punto: Respeto por la vida se puede traducir en términos llanos en hablar de manera amable y educada con nuestro hijo, evitando frases que degradan o menoscaban su autoestima. El niño está aprendiendo los intrincados secretos de la comunicación personal y los placeres que su práctica producen con cualquier persona que se encuentre. A través de nuestra comunicación, podemos incrementar nuestra sensibilidad para proporcionarle un ambiente rico en lenguaje. Los niños se deleitan en conocer los nombres de todos los objetos que se encuentran en la vida diaria, así como el vocabulario utilizado para describir las actividades y procesos en los que se ven involucrados, un vocabulario específico y preciso es un verdadero regalo que le damos al niño.
Aceptación y amabilidad con el error es un reto para todos nosotros. Estamos programados para esperar algo cercano a la perfección, en nuestra propia persona y por ende, en quienes nos rodean. Sin embargo, si realmente observamos a nuestro hijo, nos servirá como verdadero modelo de aceptación del error. Pensemos en los niños pequeños que están aprendiendo a caminar, ¿acaso se dan por vencidos si pierden su equilibrio y caen?, ¿dejan de practicar su caminar porque todavía sus pasos no son lo suficientemente seguros, o perseveran con una tenacidad que nos asombra? Esta misma actitud de persistencia se hace presente en todos los desafíos en la vida del niño. Es sólo después de experimentar las recriminaciones negativas después de cometer un error –realizadas por el adulto, generalmente- que los niños desarrollan una actitud negativa hacia el error, es entonces que comienzan a pensar que el error es malo, algo que debe evitarse o, peor aún, que debe permanecer encubierto. Esto no implica que no se pueda ayudar al niño a desarrollar su nivel de habilidad, sino que debemos buscar la mejor manera para hacerlo, a través de un modelo específicos que le muestre al niño los movimientos que debe hacer. Al tratar con las consecuencias inevitables de error (la leche derramada, los pantalones mojados, etc.), deberemos mostrarnos calmados y tratarlo con respeto, de modo que seamos capaces de proporcionar la ayuda necesaria para resolver el problema (una esponja, un conjunto de ropa seca, etc.).
La libertad para aplicar las habilidades recién adquiridas, la libertad para actuar por ellos mismos, es el grito de guerra de los niños pequeños. Tengo dos carteles que me gusta exponer durante el año, de modo que mis alumnos puedan meditar. Uno dice: “Ayúdame a hacerlo sólo”, el segundo dice: “Tan pronto como se ha alcanzado la independencia, el adulto que trata de ayudar se convierte en un obstáculo.” Estimular la independencia es un aspecto esencial de un enfoque Montessori.
Esto nos lleva a la parte que a la mayoría de nosotros nos interesa realmente: ¿Qué podemos hacer en casa? Voy a compartir con ustedes algunas de las cosas que he descubierto en la vida con mi hijo, que ahora tiene 12 años de edad. Pero creo firmemente que todos ustedes tienen una riqueza de la sabiduría colectiva de la que todos podemos beneficiarnos. Una buena manera de evaluar lo que podemos hacer en nuestros hogares es ir habitación por habitación, decidir sobre las adaptaciones o ajustes que se sienta cómodo y que son consistentes con nuestra situación familiar.
Comencemos en el dormitorio del niño. Estos son algunos ejemplos de cosas que pueden hacer fácilmente y sin mucho costo.
- Permitan que los niños se vistan solos, incluso cuando la ropa no combine. Es importante elegir los elementos que del guardarropa pues eso le da oportunidades de independencia. Es importante revisar que los botones y cierres sean fáciles de manejar.
- Organizar la ropa en los cajones para que sea accesible para el niño.
- Proporcionar un lugar para dormir que permita a los niños libertad para acostarse y levantarse, algo que responda a sus propias necesidades.
- Coloque una barra baja en el armario para animar a los niños a asumir la responsabilidad de colgar su ropa. Esto también da oportunidad al niño de que aplique las habilidades adquiridas en el Ambiente Montessori.
- Proporcionar ganchos para abrigos, suéteres, chaquetas, como alternativa, a los cajones para que el niño pueda ser independiente.
- Coloque los juguetes del niño en un estante largo, a una altura que le sea cómoda, en vez de utilizar una caja de juguetes. Los niños pequeños se caracterizan por su amor al orden; como dice la frase: “un lugar para cada cosa y cada cosa en su lugar”. Este sentido de orden externo proporciona una base para la seguridad del niño y también es la base para el desarrollo del orden mental interno. Lograr este resultado con una caja de juguetes es más difícil, imaginemos lo desalentador que puede ser para el niño no encontrar el objeto deseado que está en el fondo de la caja, fuera de su vista.
Ahora vamos a pasar a la cocina y comedor.
Hay una gran variedad de actividades que el niño disfruta.
- Utilizar utensilios más pequeños, adecuados a su tamaño (jarras, piezas para servir, platos, vasos, etc.) para permitirle que sea independiente al momento de verter la leche, servirse los cereales o cortar su propia comida.
- Deje que el niño participe en la vida de la familia en un nivel adecuado a su edad y habilidad. Tal vez no siempre encuentra la manera más ordenada de poner la mesa, o de rallar las zanahorias, o de lavar los platos, pero es necesario ayudar al niño a experimentar un sentido de pertenencia a la comunidad a través de sus contribuciones en estas actividades.
¿Qué pasa con las zonas de estar comunes? ¿Cómo podemos ayudar al niño para que esté cerca de los otros miembros de la familia y que todos se sientan cómodos en ese lugar? Tener libros, rompecabezas y juegos simples que pueden promuevan la integración en familia o para su uso individual, pueden ser actividades que ofrezcan un espacio ordenado y armonioso. Algunos padres sienten la necesidad de un lugar “a prueba de niños”; sin embargo, la mayoría de los niños aprenden con facilidad a manejar piezas de arte y libros o artefactos especiales con respeto cuando se les muestra el manejo adecuado. Sentir la importancia de los objetos, les inspira a controlar sus movimientos.
El cuarto de baño también es un espacio que se presta al desarrollo de la independencia. Un pequeño taburete sirve como una plataforma para que los niños puedan usar el lavabo o el inodoro. Una toalla colgada en un gancho a su altura, les da la oportunidad de secarse correctamente las manos.
Incluso los patios y jardines puede ser espacios en los que se aplica un enfoque Montessori.
- Permita que el niño pueda caminar, que reconozca y se adapte al espacio.
- Ofrezca jardines pequeños de fácil acceso o jardineras para que el niño pueda participar en actividades de jardinería simples. Es necesario poner atención al tamaño de los utensilios de jardinería que pondremos a su disposición. Muchas compañías ofrecen a la venta implementos de tamaño infantil destinados a actividades reales. Es importante evitar los juguetes de plástico que simulan la herramienta real.
Estas son sólo ideas de todas las cosas que se pueden hacer. La conclusión es que debemos ser siempre sensibles a las capacidades de desarrollo del niño. Desde muy temprana edad, el niño desea una participación activa en la vida, especialmente en la vida familiar. Nosotros, como padres, somos los facilitadores y modelos más importantes para el niño. Nuestras casas pueden ser el lugar en el que el niño se sienta cómodo, aceptado y apoyado en su proceso de crecimiento y desarrollo.