“El niño es un embrión espiritual que necesita de su propio ambiente especial. De la mima forma en la que el embrión físico necesita el vientre de su madre, en el que crecer rodeado de todo lo necesario, el embrión espiritual necesita ser protegido por un entorno externo que sea cálido, con amor y rico en nutrientes, donde todo esté dispuesto para darle la bienvenida y nada para perjudicarlo.” (El secreto de la infancia).
Cuando un niño entra en una comunidad Montessori, muy probablemente será recibido en la puerta con el apretón de mano cálida y acogedora y la sonrisa de su maestro. Muchos profesores consideran que este es uno de los actos más importantes del día. Nos miramos a los ojos, llamamos a los niños por su nombre, compartimos expresiones de alegría, escuchamos noticias de casa y nos aseguramos de que todos los niños comienzan su día con la sensación de que son miembros importantes de su comunidad.
Muchos maestros Montessori ayudan a los niños más pequeños formulándoles una sencilla pregunta: “¿Cómo puedes ayudar a tu comunidad?” O “¿Sientes que alguien necesita de tu ayuda esta mañana?”. Un niño menor de dos años de edad puede descubrir que una planta necesita ser regada, un estante que debe sacudirse, o un amigo que necesita ayuda con una cremallera o botones. Ha comenzado su día observando el entorno en busca de las necesidades que pudieran existir en su comunidad, en el supuesto de que hay muchas maneras en las que él puede ayudar. En el libro El altruismo y la en la vida cotidiana, el psicólogo Alfie Kohn escribe que los ambientes que promueven un entorno ético y cuidadoso, están fomentando una auto imagen pro social. “Todos aprendemos más en la interacción personal, que escuchando o recibiendo lecciones de un maestro, es más una cuestión de sentido común”. A partir de sus observaciones y el desarrollo de la actividad, el niño absorbe el orden, la belleza y el amor invertido en su medio ambiente.
“El niño encarna el medio ambiente en los hallazgos que hace en torno a sí mismo” (La formación del hombre). Los niños pequeños son mucho menos propensos a recibir inspiración de las palabras de su maestro en comparación con lo que proviene del trabajo concentrado utilizando las manos en actividades propuestas en un ambiente creado especialmente para satisfacer sus necesidades, en el que pueda tener una interacción directa con otros. “El niño debe hacer frente a la orden superior del espíritu a través de cosas concretas“. (Educación y Paz)
Los niños en ambientes Montessori se conectan rápidamente con el trabajo concreto de sus manos a sus manos, en una relación directa con sus compañeros. “Cuando el trabajo se inicia en un determinado medio ambiente, la asociación con nuestros semejantes también comienza, pues nadie puede trabajar solo“. (Educación y Paz). A través de las actividades diarias realizadas en sus comunidades, los niños comienzan a formar y fortalecer tanto su inteligencia como sus primeras amistades.
A través de sus desacuerdos y frustraciones, los niños aprenden a pensar con empatía y a entender que las relaciones son recíprocas. Los maestros Montessori hacen preguntas sencillas pero muy valiosas, como por ejemplo: “¿Cuál es el problema?” O “¿Qué pasó?”, pero además hacen énfasis en la reflexión: “¿Cómo te hace sentir eso?”, y lo más importante: “¿Cómo crees que tu amigo se siente en este momento?”
A medida que los niños trabajan juntos para mantener la belleza y el orden, aprenden a considerar las limitaciones y los sentimientos de los demás. Mientras que ellos a menudo necesitan y agradecen el apoyo suave del adulto, no esperan que la alabanza o recompensa por su trabajo pueda llegar de sus compañeros, lo que hace que nazca un placer particular en su experiencia compartida. Ellos entienden que ellos son importantes y que las contribuciones de todas las personas son valiosas. Al actuar con otros para el mejoramiento de sus entornos compartidos, cada niño construye su confianza, se deleita en la amistad y descubre la alegría de dar sin esperar recompensa. “Lo que creemos que es verdad sobre nosotros mismos y los demás, afecta la forma en la que nos comportamos, que a su vez, afecta a nuestras suposiciones acerca de la naturaleza humana“. (Alife Kohn, El lado más brillante de la naturaleza humana; el altruismo y la empatía en la vida cotidiana)